
.jpg)
Maine fue uno de esos "cachorro-regalo" del que pronto se cansaron. Sus antiguos dueños se fueron, dejandolo en el patio interior de su edificio cuando era tan solo un cachorro, y encargando los vecinos de alimentarlo. Maine no salió de ese patio hasta cumplir los 3 años, y eso porque la persona que lo alimentaba que cansó y lo llevó al veterinario para sacrificarlo. Tuvo la suerte que el veterinario contactara con una voluntaria para darle una segunda oportunidad.
Maine está ahora en residencia, disfrutando por primera vez de una vida digna. Solo le falta encontrar una familia de verdad con quien compartirla.